Mi único héroe en este lío
Anoche después de la clasificación se me cayó una frase mientras hacíamos PostA por Cadena Xeneize. Y vengo a explicarla y defenderla. El debate está abierto...

No, no estoy loco. Riquelme es nuestro Gallardo. Mejor dicho, nuestro antídoto para ese símbolo de lo que más nos hizo sufrir en los últimos años. No hablemos pavadas ni obviedades, no intento comparar al mejor jugador de la historia del fútbol argentino con ese mediocre y llorón que arrastró sus débiles piernas y su aura perdedora por sus reiterados ciclos en River hasta terminar teniendo una bandera en su contra de parte de su propia hinchada. No, no caigamos en ese facilisimo. Riquelme es nuestro Gallardo significa que nos reencontramos con nuestro superhéroe. Eso que con dinero y desesperación intentó Angelici durante tantos años, ese a quien el mismísimo Mauricio Macri definió como “culón”, pero que aprendió a ganarle a Boca en cuanto partido decisivo se pusiera por delante y que llevó a River a aprender a jugar Copas como si tuviese por momentos otra camiseta. Ese es Gallardo. Más allá de las ayudas -que existen- y el apoyo y blindaje de muchos periodistas y el ámbito en general del fútbol, Gallardo ha aprendido de Boca tomando su propio veneno. Y Boca necesitaba vencerlo, seamos sinceros.
Se intentó con ídolos, se intentó con estrategas. El resultado fue siempre el mismo. Sabíamos internamente que EL problema no venía de UNA pata, sino de la conjunción de las tres. Fallaban los intérpretes, pero mucho más quienes delineaban los destinos del club. Entonces llegaba el cruce con una Banda de gente que -con los métodos que fuera- tiraban todos para el mismo lado y el resultado estaba cantado. Dejarte invadir tu propia cancha, permitir cambiar horarios, no recusar un solo árbitro: detalles tan importantes como patear un penal despacio y al medio o poner a Gago roto en una final.