Paolitas y Mafaldas

Boca no duerme, el insomnio golpeó fuerte tu puerta varias veces, pensando que, con un acto de maldad, te despertará, de ese hermoso ensueño, en el que, desde una playa paradisíaca, tomabas tragos extraños, con sombrillas y rodajas.
¡Oh!, sorpresa, se llevó el Insomnio cuando la puerta se abrió y te vio ahí, erguida con el pecho hinchado, el escudo reluciente, vaso en mano, por momentos desafiante.
Todo quedó detenido, como en una foto enmarcada, hasta que la ansiedad, empujó a un costado al Insomnio, y con solo ese gesto, este último se fue cabizbajo a accionar quién sabe que otra puerta.
La Ansiedad era parte del ritual, se sentó, y comenzó a mirando goles de Martin, mientras de fondo sonaba “20 años cosidos a retazos“
Las horas sumaban a los amigos de la pasión, eso que son parte del ritual, dominguero, esos que llevan sus creencias a cualquier lado, nunca faltando a la cita del templo.
A qué hora jugamos el partido, gritó desde un lado de la habitación, un habitué indispensable del lugar, empieza dos horas después de la previa de Irala, ya llegarán los tiempos que el referí dé la orden mirando a los cuatro costados de la previa para ver si estamos todos listos para el comienzo.
Las horas nos acompañan en un espectáculo colorido, de banderas, camisetas y entorno, ese que no desentona, y tiene en sus entrañas la mística de un barrio que nos abraza y protege en cada peregrinar.
La Bombonera se agiganta a cada paso, que son cada vez más rápidos, solo el abrazo fraterno, con nuestros amigos futboleros, detiene el paso, los bombos marcan el ritmo, el redoblante no hace caminar más rápido, las bombas de estruendo, nos recuerdas esas fiestas patronales del pueblo, que marcan eso, la fiesta, esa fiesta del deporte más maravilloso del Mundo, en la que todos quieren estar, todos esos millones que comparten esa pasión, desmedida por una pelota, que lo convirtió en mucho más que un simple juego, es ya hoy un estilo de vivir, sentir la vida, de cualquier lugar que estés, aunque aquí todo es diferente.
La ansiedad camina entre la muchedumbre, hasta llegar a la frontera, el paso fronterizo, es cada vez más cruel, hasta parece que envidian nuestra alegría, que nadie puede ocultar, y reprimen sin razón, a esos creyentes que responden con el grito de guerra «Dale Boca Dale Bo», que resuena tan fuerte que la caballería se abre y se rinde sin más nada que hacer, nada ni nadie los detiene, la Meca está ahí al alcance del corazón, el efecto en tu cuerpo se torna único en cada encuentro, y al contrario, de lo que se piensa, nunca te relajas, el canto se hace coro, multitud, ensordece a un estadio, un barrio, un pueblo, la Ansiedad se retira porque acá hay poco que hacer estamos tan activos, que nada nos calma.
Las cábalas son parte de nuestras vidas, la ropa, los lugares, las banderas, todo debe estar en orden, y desde esa madrugada de Dieguitos y Mafaldas , estamos acá, gritando “Boca, mi buen amigo, esta campaña volveremos a estar contigo”, todo paso rápido desde que salimos de González Catán en colectivo hasta la cancha de Boca por Laguna, vinimos soñando, hoy ganamos el partido, mientras los muchachos de la 12 más violentos, le piden a la virgen de los vientos, tener con nosotros a Paola en un solo sentimiento.