#LaMáquinaDeOcultar Episodio 1: La ciencia nos debe una respuesta

El 26 de febrero de 2012 Boca derrotaba a Newell’s en la Bombonera por dos a cero con goles de Darío Cvitanich y Juan Román Riquelme. El partido correspondía a la tercera fecha del torneo Clausura y luego de embolsar merecidamente los tres puntos, el equipo de Falcioni pasaba a integrar el lote de punteros junto a Tigre, Vélez y All Boys, todos con 7 puntos. La campaña hasta ese momento estaba construida con un triunfo a Olimpo en la primera fecha, también dos a cero en la Bombonera, y un empate sin goles en cancha de Unión. El campeonato estaba en pañales para todos los equipos, menos para uno, Boca.
Por aquellas horas, la crítica deportiva especializada curiosamente coincidía en un juicio de valor terminante y empezaba a agitar una bandera: Boca aburría. Jamás supimos si los otros punteros del Clausura divertían, pero lo que tuvimos que aprender de golpe es que nacía un nuevo concepto. Ya no importaba ganar y ni siquiera merecer ganar. Había otro naipe en la baraja. Aburrir. Calculamos que un atajo para poder criticar a Boca sin caer en el papelón de decir que jugaba mal un equipo que arrastraba en ese momento muchos meses sin perder un partido.
Más allá de gustos y preferencias personales por ver a Boca jugar 4-3-1-2 como con Bianchi en 2000, 4-3-3 como con Menotti en 1987 o 3-5-2 como con Aimar en el verano de 1990 cuando movió a Robocop Marchesini a la mitad de cancha, lo cierto es que el 4-4-2 de Falcioni venía de ser campeón invicto en diciembre. Que mucha gente con micrófono en mano coincidiera al mismo tiempo en opinar que Boca aburría llamaba un poco la atención hasta que los mandaron a espiar y tocaron el timbre. Esa misma semana, esa misma gente comenzaba a izar otra bandera. La de decir impunemente que en el Nacional B se jugaba mejor que en Primera División.
Dos semanas más tarde, finalmente aquel Boca conocería la derrota. Fue por Copa Libertadores ante Fluminense en la Bombonera con arbitraje de Amarilla y una recordada reflexión de Deco, figura de la cancha y autor del segundo gol carioca. Al portugués le llamó la atención el aliento que había bajado de las tribunas pese al marcador adverso durante casi toda la noche. Aspecto que era ratificado por torcedores grabando videos en la tercera bandeja del Riachuelo, pero jamás por aquellos mismos que decían que ese Boca aburría y en la B se jugaba mejor que en la A.
Por supuesto que existe la libertad de pensar que en el ascenso se practica mejor fútbol y hay más volumen de juego que en la máxima categoría del fútbol argentino. ¿Pero por qué tanta gente opinando lo mismo justo en ese momento? ¿Por qué solamente durante esa temporada y no antes o después? Uno trata de no ser mal pensado, pero a veces no queda más remedio que serlo (?). Las crisis de Boca son entonces cuando pierde, desde ya, pero también cuando empata, cuando gana sin merecerlo, cuando gana aburriendo y hasta cuando sale campeón invicto. #LaMáquinaDeOcultar no nació ayer y evidentemente está aceitada para que funcione día y noche. Dicen que su fabricación se remonta varias décadas atrás, cuando la tecnología era incluso bastante menos desarrollada. Algo que habrá que investigar. ¿De dónde traen sus componentes? ¿Quiénes la ensamblan? Hace rato, la ciencia nos debe una respuesta.