Plan de juego de «tiro corto»

Lo primero que habrá que aceptar es que Central hizo un buen planteo. Casi que ya podemos decir que a Boca lo neutralizan demasiado fácil, tapándole los costados. En este sentido, Boca se encontró con un rival que supo cómo jugarle, como también lo sabrá Palmeiras, cosa que preocupa.

Que antepuso Boca ante el planteo de Central, lo mismo. O peor tal vez. Volvió a mostrar un esquema rígido, con jugadores muy estáticos siendo absorvidos por la marca de manera sencilla (basta con contabilizar las veces que los jugadores de Central anticiparon a los nuestros), y con estos datos en la mano, nos daremos cuenta que faltó ritmo, movilidad y hasta ganar.

Un Boca que anuncia ya, dos meses antes, que se desprenderá de un Cardona que, justamente, es el mejor de todo. Podrá tener partidos mejores o peores, pero es el único que piensa. Y el que piensa, en vez de juntarlo con el otro cerebro del equipo (Gago) para poder construir jugadas, generar huecos, llegar por sorpresa… no. Todo se resume a sus puestos originales, todo dentro de un esquema que se dice 433 pero que a veces esos números se transforman en fracciones. Porque es un poco acá, otro poco de otra cosa y nunca termina de resolverse el problema. Porque lo que más llamó la atención fue la falta de situaciones de gol.

Mientras vemos deambular a Zárate por el campo, me pregunto y les pregunto: ¿a qué juega Zárate? ¿Cuál es su función? Basta con esa estupidez del jugador detrás del nueve… Basta. El que tiene que estar detrás del nueve es el enganche, y el enganche se pierde allá por la izquierda, sin socio para poder jugar. Justamente eso! El socio que tenía, que se llamaba Fabra, era denostado por el entrenador. Hoy resulta que parece un jugador importante.

Sin sociedades, porque insisto con este término, sin sociedades no hay equipo, Boca se fue deshilachando ante un rival que lo complicó con viejas recetas ante la impotencia futbolística de un Boca que se reduce, como sucedió casi siempre, en la inspiración individual de alguien. Y cuando ese alguien no aparece, adiós el equipo o el resultado positivo.

¿Quién se entiende con quién? ¿Cómo rinde tal o cual, cuando menganito o fulanito está en cancha? Se acuerdan: cómo se entienden Tevez y Cardona. Cómo se entienden Zárate y Benedetto… Como se entienden… eso me pregunto: ¿Cómo se entienden? Quedan desperdicio de un equipo que nunca fue, y esa es la cruda realidad.

Se puede ganar, empatar o perder. Lo que no se puede aceptar es que no haya variantes futbolísticas para romper el cerco adversario.

Boca no lo sabe hacer… y los rivales de la Copa no son boludos…

Marcelo Rodriguez

Periodista de Crónica. Las opiniones son personales. Autor de Con alma y corazón, el fenómeno Boca Bianchi.

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